Gary Cooper se convirtió en el ideal de toda una generación. Inteligente y hábil, supo aceptar el tipo de papel que el público quería ver en la pantalla. Un galán de los pies a la cabeza, tenía muy claro a dónde quería llegar y como deseaba ser considero por los demás. Imprimió a su vida el sello del triunfador: personalidad y carisma en cada momento y circunstancia.